Esta es una receta de la abuela María sin horno, mucho más fácil y rápido de hacer de lo que parece, y con un resultado excelente. Cuando pruebes este solomillo en salsa de cebolla caramelizada te va a encantar.
En una olla con tapa, ponemos un poco de aceite de oliva virgen extra a calentar a fuego bajo.
Añadimos el diente de ajo y la cebolla partida en cuartos.
Dejamos cocinar así, a fuego bajo, para que se poche la cebolla, durante casi una hora, removiendo de vez en cuando, sin prisa, así conseguimos que la cebolla, caramelice un poco.
No es necesario añadir azúcar, la idea, es que la cebolla, caramelice en sus propios azúcares.
Mientras, vamos a sellar el solomillo, lo sal pimentamos y lo haremos en una plancha o sartén grande, bien caliente, con unas gotas de aceite de oliva.
Vamos a dorar a fuego muy fuerte el solomillo, pero no más de dos minutos por cada lado.
Queremos que se dore solo por fuera, no cocinarlo. Cuando lo tengamos, reservamos.
En la plancha aún caliente, con cuidado, vamos a añadir el vaso de vino, de este modo, recogemos todos los jugos que ha dejado la carne.
En nuestra olla, con la cebolla ya bien pochada, ponemos la hoja de laurel, subimos a fuego medio y agregamos el vino que teníamos en la plancha.
Colocamos el solomillo, tapamos y dejamos cocinar por unos ocho o diez minutos, a fuego medio.
Pasado ese tiempo, damos la vuelta a la carne y cocinamos tapada, ocho minutos más.
Quitamos la hoja de laurel y pasamos la salsa por la batidora.
El solomillo, cortamos en medallones del grosor deseado y servimos, acompañados de su salsa.
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