Otra de esas recetas de la abuela que gusta a todos, fácil de hacer y que nos ocupará muy poco tiempo en la cocina. Un plato exquisito de arroz a la vez que contundente. Siguiendo estos pasos estamos seguros de que os va a quedar delicioso.
La noche anterior, pondremos los garbanzos en remojo con suficiente agua, para que al día siguiente queden aún sumergidos. Lo ideal sería de diez a doce horas de remojo.
El día siguiente tiramos el agua de remojo y lavamos bien los garbanzos.
En una olla ponemos agua a calentar, cocemos los garbanzos hasta que estén tiernos, tiramos el agua de la cocción y dejamos escurrir.
En una sartén bien grande, con un chorro de aceite de oliva, vamos a sofreír el ajo, la cebolla y el pimiento, todo bien picadito, a fuego medio hasta que esté bien pochado.
Agregamos el chorizo cortado en rodajas y sofreímos ahora todo junto, unos minutos más.
Ponemos los garbanzos y removemos para que se mezclen bien los sabores.
Añadimos las hebras de azafrán, el pimentón dulce y seguimos mezclando para evitar que se queme el pimentón.
Agregamos el agua, nosotros para esta receta hemos usado un litro y cuarto de agua para que el arroz quede sequito y en su punto. La cantidad de agua va a depender de los minutos de cocción que necesite nuestro arroz, esto debe de venir en el envase.
Ponemos sal al gusto y subimos la potencia del fuego.
Cuando el agua ya esté hirviendo añadimos el arroz y los guisantes, dejaremos cocinar hasta quedarnos sin caldo y el arroz esté tierno.
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