BUÑUELOS DISCO CRUJIENTES
Crujientes, dorados y con un aroma irresistible, estos buñuelos de disco crujientes son una delicia que combina tradición y originalidad.
Aunque están inspirados en los clásicos buñuelos mexicanos, no son exactamente lo mismo: esta versión tiene un toque diferente, más cercano al paladar europeo, pero con esa textura fina y quebradiza que los hace únicos.
La masa, sencilla y sin complicaciones, se transforma con el calor del aceite en discos dorados que estallan con cada bocado. Lo mejor es que no necesitas ingredientes difíciles ni maquinaria especial: solo tus manos, un rodillo y ganas de disfrutar.
Esta receta es perfecta para días festivos, meriendas especiales o simplemente cuando te apetece un capricho dulce. Se sirven con azúcar y canela espolvoreadas, o bañados con un almíbar ligero. En cualquiera de sus versiones, estos buñuelos son puro disfrute.
La clave está en estirar la masa muy fina y freír a la temperatura adecuada para lograr esa textura tan particular. Así, los buñuelos de disco crujientes se convierten en una opción deliciosa que sorprende tanto a quienes conocen los buñuelos tradicionales como a quienes buscan algo nuevo.
Sírvelos calientes, con una infusión, un café o incluso una copita dulce. No hace falta viajar lejos para probar sabores diferentes: con esta receta, tienes tradición y novedad en un solo bocado.
INGREDIENTES DE LA RECETA DE BUÑUELOS DISCO CRUJIENTES
(8–10 unidades)
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250 g de harina de trigo
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1 huevo grande
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30 g de mantequilla derretida o 2 cucharadas de aceite suave
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1 pizca de sal
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120 ml de agua tibia (o mitad agua y mitad leche)
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1 cucharadita de licor de anís (opcional)
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Aceite para freír (girasol, maíz o alto oleico)
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Azúcar y canela para espolvorear
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Miel (opcional, para servir)
PREPARACIÓN DE LA RECETA DE BUÑUELOS DISCO CRUJIENTES
En un bol, mezcla la harina con la sal y añade el huevo, la mantequilla y el anís si lo usas.
Agrega el agua poco a poco, amasando hasta obtener una masa suave y elástica, ni muy seca ni muy pegajosa.
Cubre con un paño y deja reposar durante 30 a 60 minutos a temperatura ambiente.
Divide la masa en 8–10 porciones. Estira cada una con rodillo hasta formar discos muy delgados (como una hoja de papel).
Calienta abundante aceite en una sartén amplia. Cuando esté bien caliente (unos 180–190 °C), fríe cada disco uno a uno, dándoles la vuelta para dorar ambos lados.
Escurre sobre papel absorbente y espolvorea inmediatamente con azúcar y canela. También puedes rociar con miel si lo prefieres.
👵 Consejos finales de la abuela
El reposo de la masa es sagrado: no lo saltes, ayuda a que se estire sin romperse.
Si ves que no se inflan al freír, puede que el aceite esté poco caliente. Haz una prueba con un trocito de masa.
No los amontones recién fritos: déjalos enfriar separados para que conserven la textura crujiente.
Usa un rodillo grande o incluso una botella si no tienes rodillo. Lo importante es que queden finísimos.
Para un toque especial, espolvorea un poco de ralladura de limón sobre el azúcar.
🔄 Variantes de la receta
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Con ralladura de cítricos: Añade piel de naranja o limón a la masa para un aroma más fresco.
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Versión vegana: Sustituye el huevo por 1 cucharada de maicena disuelta en agua y usa aceite vegetal en lugar de mantequilla.
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Con almíbar: Haz un jarabe rápido con miel, un poco de agua y un chorrito de zumo de limón. Baña los buñuelos al servir.
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Salados: Elimina el azúcar, añade especias (como comino o pimentón) y acompáñalos con queso o guacamole.
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